Las fotos más bonitas del mundo
Parece mentira pero ya ha pasado un mes desde la llegada de Omar. Los días han volado y aún durmiendo poco, las horas se han sucedido sin pausa, como si en vez de sesenta fuesen muchos menos los minutos que las llenan.
Semanas intensas, de sensaciones difícilmente explicables, haciéndome sentir en minutos alegría desbordante y en otros una tristeza totalmente desconocida. Miedos que se esfuman al darte cuenta de que con paciencia todo se aprende y se consigue. Miedos que aparecen de la nada, viéndote de repente responsable de una personita vulnerable y totalmente dependiente.
Paciencia conmigo misma, eso ha sido y es todavía lo más importante. Acostumbrarte a tus nuevos límites. No reconocerte y sorprenderte con tus reacciones. Confiar en eso que llaman instinto y que hasta ahora sonaba más a cualidad animal que a nada que pudiese guiarte y ayudarte cuando lo necesitas.
Y todavía hay momentos en los que cualquier cosita se vuelve un mundo y no puedo sino llorar. Otras madres me han asegurado que sólo será así hasta que mis hormonas decidan equilibrarse y yo pueda abandonar esta montaña rusa emocional en la que me encuentro ahora mismo.
Como veis este post no va de fotografía, aunque si he de añadir un apunte sobre el tema, os diré que he hecho menos fotos de las que tenía pensado, y a penas un par de ellas en las que aparezco con el bebé. Espero que con el paso de los años no te pienses Omar, que no quería salir contigo en fotos, sino que una no tiene en estos momentos demasiado tiempo libre, y el poco que tengo, lo utilizo para descansar. Espero poder resarcirme en las próximas semanas: ahora que confío en mis capacidades y el cansancio ha dejado paso a un especie de vorágine de ideas para plasmar en fotos.
Pero aunque sean pocas y técnicamente dejen bastante que desear, siguen siendo las fotos más bonitas del mundo. Aunque no se acercan, ni por asomo a todo lo que inspira esa nueva personita con la que ya comparto mi día a día.